La saeta, de Antonio Machado.
¡Oh, la saeta, el cantar al Cristo de los gitanos, siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar!
¡Oh, la saeta, el cantar al Cristo de los gitanos, siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar!
A veces me pregunto si la tristeza es blanca como gaviota o roja como mancha de sangre sobre sus plumas.
Te canto, oh, Miedo, como al rey más poderoso, al más grande Señor, al más insidioso héroe vivo.
Guarda la nieve que cae en Nueva York y el residuo de la vida que se oculta/en la rama seca del nogal,/ y el frío que ilumina el viento,/ y los párpados del ciego en/…
Las fronteras existen, las calles, el olvido/ y hierba y pepinos y cabra y retama, el entusiasmo existe, las fronteras existen...