Contra lo que la portada de El cargador de juguetes —el más reciente título del narrador y dramaturgo Vicente Gómez Montero— sugiere, el autor de Las puertas del infierno no entrega al lector en este libro una novela.
El brevísimo cuerpo del volumen constituye, probablemente, una de las más serias tentativas de su autor por adentrarse en los meandros de la creación poética, de modo que la pertinencia de su apuesta, la audacia o la reserva de su trazo deben ser apreciados desde los códigos —siempre desdibujados y proteicos— de la poesía.
Gómez Montero (Veracruz, México, 1964), se ha propuesto reescribir en unas cuantas páginas el milenario mito bíblico de los magos de Oriente en su viaje legendario tras las huellas del Mesías. Al hacerlo, y en la medida en que a lo largo del texto la referencia al “rey” y a los “reyes” constituye el eje articulador de la historia que poéticamente cuenta, el autor parte de una tradición eminentemente religiosa.
Vicente Gómez Montero, El cargador de juguetes, GESA Ediciones, México, 2010, 39 pp.
Ya se sabe que en la Biblia, el Evangelio de Mateo es el único que hace mención de unos “magos” que —probablemente provenientes de Persia, Babilonia o Asia— atraviesan el mundo hasta entonces conocido sólo para adorar a quien habrá con el tiempo de convertirse en “el rey de los judíos”, así que la noción a partir de la que Gómez Montero reescribe la leyenda no puede sino corresponder a un credo asimilado, enriquecido por la imaginería popular y las distintas interpretaciones del episodio bíblico.
En su licencia por recrear, el autor llega al punto de fundir un tiempo mitológico, surcado por alusiones claras al principio de los tiempos, y un tiempo que transcurre en medio de los avatares del personaje principal del poema-narración en que acaba convertido el texto en su conjunto. Así, en el espacio en que el cargador de juguetes, convertido por obra de la historia en detentador de la potestad de encontrar otros “reyes” que suplan a los tres originales de la leyenda, coexisten los mercados, los diarios, la televisión y los paisajes insomnes, aquellos que podrían tener un sitio en el entramado del tiempo, o no tener ninguno.
Adoración de los magos, de Rubens.
Se diría que, si alguna virtud habría que reconocerle a este “delicado” ejercicio del narrador avezado que es Vicente Gómez Montero, tal vez este juego de interpolar espacios y trastocar coordenadas temporales constituya —junto con su lenguaje calmo y vigoroso— lo más celebrable del volumen. En ese juego el autor corre el riesgo de convertir a la historia en simple reescritura ininteligible y es eso mismo lo que aparta, apenas perceptiblemente, al texto de ser una novela breve construida sobre los cimientos de la alegoría.
Escrito como una “cosilla” que recuerda la intención con que Pellicer escribió aquellos célebres poemas en honor al nacimiento de Cristo, El cargador de juguetes quizá sólo adolece de la problemática aparición de un par de personajes —una presencia femenina que poco aporta en su difuminado ser al decurso de la historia (“Ella vino por ese tiempo. Doblegó hambre, lujuria y soberbia; fue amada por quienes se dijeron divinidades...”) y la figura de un “maestro” (¿trasunto del propio Pellicer?), inexplicable en el contexto de la leyenda transfigurada.
Con todo, la poesía detrás de la dilatada escritura del narrrador Gómez Montero ha logrado asomarse con buen tiento en este opúsculo; lo ha hecho sobre los hombros del lenguaje. Nada despreciable en una obra dada al fárrago del drama. Y a su vértigo.
Acerca del autor
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Francisco Payró
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Macultepec, Tabasco (1975). Economista y escritor. Autor de "Bajo el signo del relámpago" (poesía), "Todo está escrito en otra parte" (poesía) y "Con daños y prejuicios" (relatos). Ha publicado poesía, ensayo y cuento en diferentes medios y suplementos culturales de circulación estatal y nacional.