El viaje en la obra narrativa de Álvaro Mutis (primera parte).*

El presente texto contiene la primera parte, de dos, del análisis que el académico, periodista y cronista Kristian Cerino hizo en torno a la figura del viaje en la obra del escritor colombiano Álvaro Mutis (1923-2013). En esta primera parte, se detiene en las novelas La nieve del almirante y Un bel morir, dos obras en las que respectivamente se plasman de forma afortunada un viaje río arriba y uno tierra adentro de su personaje central, Maqroll el Gaviero. En ambas novelas, esa geografía que entre la imaginación y la realidad construyó Mutis para sus ficciones parece hacerse una con su protagonista.

Viajar por agua

La nieve del almirante (1986) y Un bel morir (1989), obras literarias de Álvaro Mutis, están reunidas en el serial Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero. Ambas novelas, publicadas con tres años de diferencia, representan un viaje al interior de cordilleras, páramos y selvas.

En la primera obra está presente el desplazamiento de Maqroll río arriba, usando un lanchón, en la búsqueda de unos aserraderos. En la segunda, el desplazamiento es hecho en recuas de mulas entre el puerto y la montaña. Son dos movimientos: uno fluvial y otro terrestre, y en los dos movimientos Maqroll el Gaviero es el protagonista. En La nieve del almirante él escribe, en el “Diario del Gaviero”, la travesía por el río [ficticio] Xurandó. No hay un narrador externo porque Maqroll como narrador redacta el cuaderno, bitácora o diario, en primera persona, pero en Un bel morir sí está la moderación de un narrador omnisciente que nos da cuenta de los días del Gaviero en tierra adentro, en tierra caliente, como la de Golfito, en Costa Rica.

Ya sea en La nieve del almirante o en Un bel morir, las nociones de desplazamiento, errancia y tránsito, se perciben en ambos viajes: en el viaje-río y en el viaje-tierra. En ambos casos, el final del viaje o de la travesía se traduce en un espacio de descomposición y muerte. Estamos ante la configuración de un lugar “ambiguo, rebelde y traicionero que amenaza, que corrompe todo intento de civilización y de orden”. (Raffetto, 2011, p.17)

Maqroll en sí mismo es una caravana, una caravana que al llegar a un destino no se queda en el sitio porque vuelve a emprender un camino. El Gaviero está hecho para mantenerse en constante tránsito; no permanece en la selva y mucho menos en las montañas, en La nieve del almirante; menos lo hace en el puerto, en los cafetales y en la cuchilla del Tambo en Un bel morir.

En los dos escenarios, tanto en el Xurandó (La nieve del almirante) como en Puerto Plata (Un bel morir), Maqroll ya ha renunciado a sus grandes desplazamientos de mar: de golfo a ensenada, de recodo a bahía, de península a cabo, de muelle a otros puertos. Aquellos viajes largos con su amigo Abdul Bashur han pasado a la historia. Esta vez, el viaje es en otra ruta o dirección: al interior. Sin embargo, atravesar la selva por medio del río y alcanzar la cúspide de la cordillera, son lugares que ocasionan tormento en la vida del Gaviero.

En La nieve del almirante como en Un bel morir se observan dos similitudes que podrían ser una característica de estos viajes al interior: la justicia pronta y expedita, al margen de procesos judiciales. En el contexto de ambos viajes la milicia pone fin a los intentos de grupos de criminales por trabajar en el lugar, lugares de los que ya hemos dicho están en tierra adentro; alejados de las grandes ciudades, entre el río y el monte, aquí todo es campo abierto para el enfrentamiento con armas, el tráfico de personas y armamento, y la gran posibilidad de transitar en la ilegalidad.

La nieve del almirante no solamente es un diario de viaje, sino un viaje doméstico, a lo profundo de la casa o de la tierra. Esta obra narrativa de Mutis (ocurre también con Un bel morir) es, además, una travesía por un mundo hostil que es visto a través de una mirada desencantada, la de Maqroll, autor del “Diario del Gaviero”. Cuando Maqroll va escribiendo el diario, al mismo tiempo en que viaja en el lanchón, este mismo diario se transforma en el fluir de una existencia que transcurre en la orilla. Si bien el diario de viaje ya no hace registros de aquellos lugares inhóspitos, hoy permite o posibilita habitar provisionalmente el único lugar y tiempo posible: el de la ficción. La escritura en el diario no es más que un movimiento, un caminar de nuevo y de forma diferente el camino.

Así, Maqroll emprende el viaje al interior en dos sentidos: el desplazamiento río adentro y el viaje que nos muestra el Yo del Gaviero a través de sueños y lecturas. En Un bel morir ya no está presente la forma diario (el registro-bitácora), pero se mantiene el espíritu del viaje como un desplazamiento al centro de la tierra (pensemos en Verne). La idea es caminar, subir a la cúspide, y volver al muelle. Es como un viaje circular con un propósito: mirar lo que está en aquellos senderos por donde se transita poco, mirar los detalles, mirar los adentros.

El escritor mexicano Sergio Pitol publicó El viaje (2000), crónica y diario de viaje, para conducir al lector por los caminos de algunas ciudades soviéticas, entre ellas, Tiflis, capital de Georgia. Pitol, el viajero que abordó barcos, trenes y aviones, escribe a través de una serie de referencias culturales y para ello recurre a su Cuaderno de viaje que es el soporte del libro. Éste es más que una cartografía de viaje: es la suma de experiencias, de lecturas y de visiones que Pitol, narrador mexicano que vivió más de treinta años en el extranjero, proyecta en El viaje muchos años después de esta travesía por los rincones soviéticos. A esta publicación le antecedió El arte de la fuga, primera obra de la “Trilogía de la memoria” en la que narra dos décadas de sus experiencias como escritor, lector, traductor y viajero.

Para Fernández de Alba (2005), Pitol empleó en su obra narrativa y ensayística el viaje como protagonista. En otras palabras, el viaje como categoría. En Pitol está presente el viaje iniciático, el viaje como tregua, el viaje como refugio interior, la traducción literaria como viaje literario, el viaje como evasión, el viaje como actividad continua y el viaje como elemento literario. En Álvaro Mutis están los rasgos del viaje al interior.

Pero las interesantes crónicas de sus días de viaje por Moscú, Leningrado y, finalmente, Tbilisi, se irrumpen en varias ocasiones para dar paso a diferentes textos que, intercalados, completan la visión del viajero.

(Fernández de Alba, 2005, p.557).

La obra mutisiana, estudiada un sinfín de veces a través de las categorías de “deterioro”, “desesperanza”, “alter ego”, entre otras, merece atención aparte una revisión en otro sentido; en categorías como “diario” y “viaje”, el viaje visto por encima de una simple temática, pues éste también debe ser abordado como protagonista. El viaje al interior es “un tema difícil pues presenta un tipo particular de dilema discursivo para el viajero regional, relativo precisamente a las herramientas retóricas y las estrategias empleadas en la construcción de la narrativa de viaje”. (Lindsay,
2016, p.31-32).

La nieve del almirante está organizada esencialmente por el “Diario del Gaviero”, un relato hecho por Maqroll, el marinero errante. Grosso modo es un diario de viaje por el interior. Esta composición genérica en la obra de Álvaro Mutis ha requerido de un estudio en el que se exploran los múltiples géneros que hay en la redacción del “Diario del Gaviero”; entre ellos, la carta y la letanía. Se observa, en un principio, que La nieve del almirante está tejida, en su estructura, alrededor del diario: un género que germinó en el medievo, que se leyó con interés en el siglo XIX y que se sobreexplotó en el XX.

Bajtín afirma que hay un grupo especial de géneros que tiene un rol esencial en la construcción de la novela, y que en ocasiones determina la estructura del conjunto de la novela, estableciendo así los cambios especiales del género novelesco. En el grupo están: la confesión, el diario íntimo, el diario de viajes, la biografía y la carta.

Todos ellos, no sólo pueden entrar en la novela como parte constitutiva fundamental, sino determinar también la forma de la novela como un todo (novela-confesión, novela-diario, novela-epistolar, etc.).

(Bajtín, 2011, p.138).

El diario, en La nieve del almirante, es, además de un engrane, la forma que posibilita el orden de la escritura y la correspondencia entre la unidad-diario y las otras formas literarias que están en el relato. Ahora bien, cuando Maqroll está escribiendo el “Diario del Gaviero” lo hace “por turnos” (p.78), lo redacta en las madrugadas mientras la tripulación del navío duerme, y para hacerlo, debe alumbrarse con “la lámpara” Coleman (p.155), de las usadas en la minería.

En resumen: el marinero escribe para “distraerse” (p.152) ante la espera por conocer los aserraderos en una de las márgenes del río Xurandó. En la redacción del “Diario del Gaviero”, Maqroll trabaja a la par en otros procesos de escritura, pero como parte del mismo diario. Hace uso de la transcripción al reproducir la oración “para los caminantes en peligro de muerte” (p.107) que ha hecho el capitán del lanchón y que la comparte con Maqroll en el instante en que ingresan a los rápidos del afluente.

Esta recapitulación del proceso escritural en Maqroll es pertinente porque todo lo escrito citado o referenciado en La nieve del almirante permite comprender su capacidad narrativa para afrontar el relato en el “Diario del Gaviero”. El viaje también es visto como el acto de hacer una mudanza de los sentidos y es “una experiencia antropológica que ha marcado diferentes caminos en la estética y en la hermenéutica” y “su diversidad les aporta características y funciones históricas bien distintas, pero su origen común les otorga una línea de parentesco que en los tiempos modernos les permite reestablecer vínculos asociativos y reencuentros.” (Beltrán, 2011, p. 112).

Así, viaje y narración van juntos “por su divagante condición de desplazamiento y de intrigado azar, que se declina encarnándose en los semblantes de la prueba, la iniciación, la exploración, el conocimiento, el peregrinaje, el esparcimiento, la huida.”(Manera, 2007, p. 166).

Maqroll escribió el “Diario del Gaviero” entre el 15 de marzo y el 29 de junio. No sabemos en qué año lo hizo y se desconoce en qué año fue hallado este manuscrito en Barcelona. El Diario, escrito por Maqroll durante lo más de setenta y cuatro días de travesía por el río en la búsqueda de los aserraderos, es el soporte del registro hecho en las treinta y tres “entradas” redactadas por este navegante, en este su viaje al interior.

Referencias bibliográficas:

Bajtín, Mijail. (1989). “La palabra en la novela” en Teoría y estética de la novela. Trad. Helena S. Kriúkova y Vicente Cazcarra. Madrid, Taurus.

Beltrán, Luis. (2011) “Novela y diario” en El diario como forma de escritura y pensamiento en el mundo contemporáneo. España, Editorial Institución “Fernando el Católico” y Universidad de Zaragoza.

__________ (2007). “El viaje como categoría estética” en Palabras de viaje, Estética y hermenéutica del viaje. España, Ediciones Vitella.

Fernández del Alba. (2005). “Luz. Sergio Pitol, escritor mexicano de largas, intensas, travesías” en Homenaje a Alejandro de Humboldt. Literatura de viajes desde y hacia Latinoamérica, siglos XV-XXI. México, Humboldt State University y Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca.

Lindsay, Claire. (2016). Escritura contemporánea de viajes de América Latina. Bogotá, Instituto Caro y Cuervo.

Manera, Danilo. (2007). “Viajes de papel y papeles de viaje: apuntes sobre andanzas literarias” en Palabras de viaje, Estética y hermenéutica del viaje. España, Ediciones Vitella.

Mutis, Álvaro. (2002). La nieve del Almirante. España, Punto de lectura.

__________(2003). Un bel morir. España, Punto de lectura.

Pitol, Sergio. (2000). El viaje. México, Editorial Era.

Raffeto, Roberta. (2011). Álvaro Mutis: hacia una épica posmoderna. Alemania, Editorial Académica Española.

Rodríguez, José Ángel. (2005). “Los paisajes interiores de Elisabeth Gross” en Homenaje a Alejandro de Humboldt. Literatura de viajes desde y hacia Latinoamérica, siglos XV-XXI. México, Humboldt State University y Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca.

* Texto publicado originalmente en la Revista Estudios, de la Universidad de Costa Rica.

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Acerca del autor

Kristian Antonio Cerino
Académico y periodista. Hizo estudios de Comunicación y Docencia en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco y de Literatura Hispanoamericana en la Universidad Veracruzana. Es coautor de los libros "El hombre que se convirtió en espejo" (Universidad de Guadalajara, 2012) y de "Mundial de futbol Brasil 2014" (Universidad de Colima, 2015).

About Kristian Antonio Cerino

Académico y periodista. Hizo estudios de Comunicación y Docencia en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco y de Literatura Hispanoamericana en la Universidad Veracruzana. Es coautor de los libros "El hombre que se convirtió en espejo" (Universidad de Guadalajara, 2012) y de "Mundial de futbol Brasil 2014" (Universidad de Colima, 2015).