En la Palinodia del polvo que Alfonso Reyes escribió años después de haber escrito Visión de Anáhuac, como una especie de postfacio a este opúsculo, el polígrafo mexicano por excelencia escribió: “En el polvo se nace, en él se muere. El polvo es el alfa y el omega. ¿Y si fuera el verdadero dios?”
Reyes planteaba entonces, conmovido, una interrogante con tintes cercanos a la mística y terminó por atribuir al polvo –reducto final de la materia visible– una propiedad que lo convertía, de suyo, en el principio y fin de cuanto ha sido creado.
Pondrás tu boca en el polvo, el segundo poemario publicado de Héctor De Paz, es –sin que el poeta se lo proponga– una vindicación por momentos vertical de la conjetura alfonsina. El polvo, supremo hacedor eterno de toda forma inmóvil o animada, es el destino y el punto de partida para una visión poética en cuyo fondo late el dolor, el desamparo humano que surge ante lo inexorable.
De Paz abre su libro con un poema que da cuenta del tono y el contenido que nos deparan las siguientes páginas:
el corazón acongojado/sollozando sigiloso/murmurante/afligido/con la piel como cáscara sobre los huesos/la lengua pegada al paladar/esperanzado/–aún te queda la otra mejilla.
Así: brevemente, como en los demás poemas, el poeta arroja al aire unos versos que parecen repetirse, pero que al final sortean los escollos de lo manido para afirmar a voz en cuello una tesis que se sostiene hasta el final del poemario: “Del polvo venimos y al polvo regresaremos.”
Amor, desencuentros, soledades que se entrecruzan sin misericordia, silencios inescrutables y cómplices, noches angustiosas en las que alma se arredra pavorosamente ante su propio sino; todo tiene cabida en esta perspectiva poética a la que, casi irremediablemente, el lamento atraviesa de un lado a otro para conformar, por sí mismo, una estética del plañir y de la indefensión del hombre frente al final de su existencia.
Desnudos/ salimos todos/ del vientre de la vida/ desnudos/ tornaremos todos/ al vientre de la muerte/ lo sabemos bien/(nuestras sombras tiemblan/ siempre).
Pondrás tu boca en el polvo tiene, por otra parte, la virtud de conservar a lo largo de su confección el aliento que el poeta quiso asentar en un manojo de páginas que, en resumidas cuentas, se asemeja tanto al de Bitácora de sal tatuada, su primer poemario.
En ambas publicaciones concisión, brevedad que se traduce en una búsqueda atenta de las palabras, intensidad y emoción vertida al momento de apresar imágenes son algunos de los elementos que conforman una obra incipiente pero extrañamente sólida; la obra de un poeta cuya voz encuentra entre el desierto y el páramo de la vida un sitio desde el cual habla impasible, casi secretamente y con la esperanza de encontrar con el hálito viviente de la poesía otro lugar –el nuestro– en donde “el hambre nunca termina/ la sed tampoco/ mucho menos el vacío.”
* Edición digital del libro disponible en este enlace.
Acerca del autor
- Macultepec, Tabasco (1975). Economista y escritor. Autor de "Bajo el signo del relámpago" (poesía), "Todo está escrito en otra parte" (poesía) y "Con daños y prejuicios" (relatos). Ha publicado poesía, ensayo y cuento en diferentes medios y suplementos culturales de circulación estatal y nacional.
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