Hay los anocheceres
que duelen como agujas que lanza el infortunio.
Hay también madrugadas que parecen
no llegar a su fin, en este bosque frío
donde las bestias del insomnio,
los ángeles caídos
de la memoria atroz,
incrustan cardos en la piel del aire.
También hay caminos
con piedras como brasas
que invitan a cambiar el rumbo de los pasos.
O senderos que de pronto se bifurcan,
invierten las imágenes
como a través de un lente roto
y engendran el temor a enloquecer.
Hasta momentos llegan
cuando las muchas aves
—con la crueldad de flechas—
parecen enemigos capaces de formar
en los costados del viajante
heridas donde brote
un río
de infinito
dolor.
Pero ante todo,
hay un espanto
frente a las formas del vacío
que tenues aparecen
a mitad de un camino
envuelto en mil abrojos,
es ese miedo a sentirse —de pronto—
como un barco en naufragio
luego de haber chocado
con un iceberg de impunes realidades.
Hay, pues, esas negruras
capaces de obligarnos a mirar
ojos de ciegas bestias
que se guían del olfato
y pueden arremeter,
en manada o ya solos, contra los caminantes
sin posibilidad de auxilio.
Hay de noches a noches,
y de miedos a miedos…
Pero el miedo no duerme,
acecha por todos los flancos del camino,
observa agazapado entre los matorrales
a la espera de una señal
que le permita salir
y amedrentar al caminante
que en busca va de hospedaje
más allá de los bosques.
Porque el miedo no duerme,
es necesario seguir caminando…
Tomado de José Landa, Meditación de lejanías, Gatsby, México, 2008, 55 pp.
Acerca del autor
- (Campeche, 13 de junio de 1976) es un escritor, psicólogo, pintor y editor. Entre sus libros: "Placeres como ríos" (2009), "Navegar es un pájaro de bruma" (2010), "Sonidos como cascos de un galopar" (2010), "Tribus de polvo nómada" (2011), "Ciego murmullo de ciudades portuarias" (2011), "Aunque murmure el frío" (2019).
- 30 septiembre, 2023Escritores mexicanosUn poema de José Landa*