Este es un libro de Erich Fromm encaminado a desentrañar la compleja potencia del corazón humano para el bien y el mal.
Fromm (1900-1980) se aproxima a este tema desde la perspectiva del psicoanálisis, por lo que acude una y otra vez —en ocasiones críticamente— a los planteamientos elaborados por Freud sobre las conductas patológicas del hombre.
Para Fromm, las ideas de Freud deben ser replanteadas desde la perspectiva del “humanismo dialéctico”, pues fueron formuladas en su momento desde un materialismo mecanicista vigente a principios de siglo. Esta visión humanista —sugiere Fromm— se aparta del existencialismo de Sartre y de Heidegger, expresiones evidentes de desesperación, y de “un egotismo y solipsismo burgueses extremados”. Afirma al respecto: “El hombre ordinario con poder extraordinario es el principal peligro para la humanidad, y no el malvado o sádico”.
A decir de Fromm, tres son los fenómenos que conforman la base más peligrosa y maligna del hombre: el amor a la muerte, el narcisismo maligno y la fijación simbiótica/incestuosa. A lo que llama “síndrome de decadencia”, opone el “síndrome de crecimiento”, caracterizado por el amor al hombre y la independencia.
Cuando se refiere a las diferentes formas de la violencia, distingue entre la violencia juguetona o lúdica, la violencia reactiva (determinada por la frustración, los celos y la envidia) y la peor de todas: la violencia vengativa. El individuo productivo no siente la necesidad de la venganza, a pesar del daño que pudo haber recibido. El mismo proceso de una vida productiva le hace olvidar el daño.
Otra forma de violencia es la que resulta del quebrantamiento de la fe. Otra más es la violencia compensadora, sustituta de la actividad productora en una persona impotente. Escribe:
En este sentido, el placer del dominio completo sobre otra persona es la esencia del impulso sádico: “El hombre tiene un potencial de violencia destructora y sádica porque es humano, porque no es una cosa, y porque tiene que tratar de destruir la vida si no puede crearla.” (p.30).
El remedio para la violencia compensadora es el desarrollo de las potencias creadoras, pues este tipo de violencia funge como un sustituto patológico de la vida, su presencia es señal de vaciedad de la vida.
Una forma más de violencia es la sed de sangre arcaica. En ella el matar es una forma de afirmar y trascender la vida en un nivel de regresión profunda. Aquí la sangre es la esencia de la vida, pues verter sangre es fertilizar la tierra.
Al hablar del amor a la vida y del amor a la muerte, Fromm afirma que la tendencia necrófila tiene que ver con el carácter sádico-anal y con el instinto de la muerte de que hablaba Freud. A este respecto escribe:
El uso de la fuerza es, por otro lado, característico de los necrófilos.
La necrofilia es, dice Fromm, la verdadera perversión, pues es la orientación más morbosa del hombre. Otras perversiones son el sadismo, el masoquismo, la necrofagia y la coprofagia, todas ellas mezclan la vida y la muerte.
La orientación biófila es, por el contrario, una manifestación de la vida movida por la alegría y el amor. Influyen en el desarrollo de la biofilia el cariño, el afecto, la libertad y la ausencia de amenazas, la enseñanza, etc.
El carácter anal se desarrolla con más fuerza a partir de un gran interés de los padres en lo que está muerto (heces, procesos de evacuación, etc). El carácter anal y el necrófilo tienen grandes analogías. El mundo industrializado contemporáneo tiende a generar conductas necrófilas, a partir de un comportamiento mecanizado y masificado. A ese respecto, Fromm compara el carácter necrófilo del futurismo de Marinetti con la postura biófila de los poemas de Whitman.
Cuando aborda el tema de la neurosis individual y social, Fromm señala que la psicosis no es otra cosa que neurosis narcisista. El narcisismo es, utilizando la terminología freudiana, libido sustraída al mundo exterior y reintegrada al yo. El desarrollo individual consistiría, así, en el paso del narcisismo absoluto hacia el razonamiento y el amor. La persona madura reduce su narcisismo a un nivel aceptado, sin desaparecerlo por completo.
Para el psicoanálisis, la conducta humana puede ser explicada únicamente a partir del conocimiento de las fuerzas que subyacen en ella.
Y más adelante:
La falta de interés verdadero por el mundo exterior es una manifestación de narcisismo. También es posible que el narcisismo se oriente hacia un aspecto parcial de la personalidad (el egoísta extremo no es necesariamente narcisista). El narcisista hace un objeto de adhesión de todo lo que se relaciona con él (familia, ideas, inteligencia, etc.).
El amor adulto entre hombre y mujer también tiene un fuerte componente narcisista. La función biológica del narcisismo le permite al hombre sobrevivir. La deformación racional es el mayor peligro del narcisismo.
La depresión puede ser, por otra parte, producto de un narcisismo herido. El narcisismo puede ser benigno (es resultado de un esfuerzo personal) o maligno (se refiere a lo que el sujeto tiene). Lo razonable es aquello sobre lo que hay acuerdo entre individuos, no teniendo muchas veces que ver con la razón (narcisismo de grupo).
La independencia y la separación son parte del amor…”la meta del hombre es vencer su narcisismo” (p. 101). Finalmente:
Acerca del autor
- Macultepec, Tabasco (1975). Economista y escritor. Autor de "Bajo el signo del relámpago" (poesía), "Todo está escrito en otra parte" (poesía) y "Con daños y prejuicios" (relatos). Ha publicado poesía, ensayo y cuento en diferentes medios y suplementos culturales de circulación estatal y nacional.
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